miércoles, 4 de junio de 2008

La amistad



Aquí estoy con un buen amigo, de los que ya no quedan, realizando una agradable y provechosa excursión. Vimos a esta dama paseando tranquilamente y un no se qué nos impulsó a seguirla inmediatamente, tarea en la que aún estamos ya que no piense nadie que se deja atrapar por cualquiera.

Como es natural yo soy el último que se ve al final de la imagen, llevando penosamente un farolillo que apenas ilumina el camino y andando trabajosamente, necesitando incluso del apoyo de una vara para poder seguir a mi amigo que, incansable, no pierde de vista las pisadas de la noble señora también con un farol pero, evidentemente, mucho más potente que el mio.

Al principio del paseo le tomé como un buen guía del camino, no obstante él conoce muy bien esta senda: sabe dónde están los desvíos, los acantilados por los que poder despeñarse, y, sobre todo, conoce a la perfección las huellas que va dejando la moza, por lo que siempre pensé que podía aprender y mucho y le tomé como profesor de excursiones naturales.

Luego, en las breves charlas que nuestro caminar nos permite mantener, llegué la cuenta de que no es así, como lo había pensado, ya que ambos surcamos el mismo camino, seguimos idénticas huellas y ambos, asimismo, caminamos en soledad, a pesar de que nos acompañe toda la creación en nuestra aventura.

Qué hermosa es la amistad sincera, honesta, fiel y eterna, tanto como escasa, lo cual ya es decir mucho. Por eso, sería de tontos no tomarla cuando se ofrece, independientemente de nuestras disquisiciones, ideas preconcebidas o alegorías mentales de cómo debe ser.

Así la he tomado y así la mantengo; además, el camino siempre se hace más agradable y transitable pudiendo compartir pan, vinagre y vino, lo cual, desde hoy me he propuesto hacer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para algunos que caminamos mucho más atrás del segundo peregrino en la profundidad de la noche, ya vacíos de luces artificiales, y con apenas una débil vela, damos gracias a los que la Dama ha otorgado la Gracia de su Visión; sus pasos, su Obra, significa para algunos la inspiración y la aspiración a una unión sutil e íntima, cual cadena áurea, que vivifique la eterna amistad entre los corazones de los Filósofos.
Saludos y recuerdos
Jorge C.

Anónimo dijo...

En el caminar lo importante es seguir el buen sendero y no el orden de los caminantes porque ahí no existen jerarquías sino simplemente compañeros de viaje ya que según cada cual a veces uno irá delante y otras veces detrás.

Gracias por tu compañía.