martes, 24 de junio de 2008

El Solsticio


La representación de Jano concuerda perfectamente con el día de hoy, 24 de Junio, San Juan y solsticio importante, ya que el gran Ovidio atribuye a éste dios bifronte la función de "custodio del universo".

A mi, particularmente, me gusta mucho esta representación de dos caras, que no de doble cara, ya que, en el curso de mis descansos rurales me he dado cuenta que al día le sigue la noche y la noche el día, al frio el calor, a lo seco lo húmedo, a lo material lo espiritual, lo cual ha sido interpretado como una especie de dualismo por aquellos que no sestean al abrigo de un buen árbol pero que, en realidad, no son sino las dos caras de una misma moneda, sin las cuales, faltando solamente una, la propia moneda no existiría; y, como ella, adopta en realidad una excelente y excelsa forma circular.

Esto lo he podido comprobar realizando un curioso experimento: váyase uno a un lugar recogido, solitario, pero abundante en compañía pequeña, entiéndase, animalejos de todo pelo y condición pero de tamaño mínimo, lo suficiente para poder realizar la operacion objeto de estudio.

Una vez convenientemente situado, cójase uno de esos compañeros, tal como una tortuguita si el lugar es húmedo o un escarabajo si es algo más seco y obsérvesele por uno de sus lados; a continuación désele la vuelta y prosígase con la observación minuciosa y detallada pero, esta vez, por el otro lado; ¡cuidado¡ no confundir ambos pues se perdería un tiempo precioso.

A continuación, permítasele continuar con su camino y adóptese una postura de reflexión seria y circunspecta.

De ello saldrán admirables conclusiones.

En mi caso, noté que ambos lados formaban parte del mismo ser y que si lo dividía en su justa mitad , el ser dejaba de moverse, de existir. Ello me hizo pensar lo siguiente: "si todo fuese día o todo fuese noche, quizás todo desaparecería, al menos tal y como lo conocemos", posibilidad que, viendo los tiempos que corren, resulta cuando menos atrayente.

Es por eso que Jano, y sus solsticios, porque son dos, me atraen enormemente, ya que para los romanos Jano era el dios de las puertas, exactamente de las dos puertas del año, la del infierno o verano y la de los dioses o invierno. Esto lo podemos ver también en el cristianismo donde hay, asimismo, "dos San Juan", el Bautista, que se celebra el 24 de junio (solsticio de verano), y el Evangelista, que se celebra el 27 de diciembre (solsticio de invierno).
En definitiva, que saber que se es doble pero sin perder la unidad esencial, es algo que me gusta, y sobre lo que intentaré volver en otra ocasión en que pueda extraer más conclusiones, ya que, de momento, los animalejos no se acercan a mi; no se si tendrá algo que ver su observación de los experimentos realizados con sus compañeros. Creo que tendré que ganarme de nuevo su confianza porque, en caso contrario, la ciencia verá cómo una de sus más prometedoras aportaciones no seguirá su curso.

martes, 17 de junio de 2008

Meditando


De esta guisa es cómo hago para meditar en mis retiros rurales. Siempre busco un lugar tranquilo, algo escondido donde, a veces, incluso llega a sorprenderme la noche. Es cierto que puede parecer algo retirado pero en realidad se encuentra muy cercano o, al menos, a mí así me lo parece.
Me siento confortablemente entre las dos paredes de una hendidura que me sirve de protección contra el viento y el fuego del sol que intentan desde arriba alcanzarme y, aunque busco soledad, como se puede apreciar ésta es dificilmente posible debido a que, no me digáis ni porqué ni cómo, siempre me aparece compañía, bien en forma de alguna que otra ave que acude a picotear las posibles migajas que pudieran desprenderse de mi solaz esparcimiento, bien en forma de alucinación católica con ángeles que me guardan por arriba.
Lo que nunca falta es un hermoso cielo estrellado que me sirve de inspiración y guía en mis pensamientos. Estos son diferentes, abundantes y, a veces, inexistentes, pero siempre me producen la impresión de que el cielo se encuentra más cerca de la tierra de lo que pensamos y la tierra más cerca del cielo de lo que vemos, como si ambos fuesen una sola cosa separados por una distancia que debido a nuestra incapacidad apreciamos como enorme pero que de seguro es mucho menor que la que pueda haber entre la flor de una planta y sus raíces.
Me gusta pensar que las estrellas son los ojos del cielo nocturno, con los que me mira y observa con cariño, ternura y, de seguro, infinita paciencia en mi labor poco cuerda de intentar pasar el máximo posible en la más completa y absoluta inactividad.
Finalmente, no hay que olvidar llevar un buen manto que cualquier jardinero celeste que se precie debe poseer en perfecto estado de conservacion.

miércoles, 4 de junio de 2008

La amistad



Aquí estoy con un buen amigo, de los que ya no quedan, realizando una agradable y provechosa excursión. Vimos a esta dama paseando tranquilamente y un no se qué nos impulsó a seguirla inmediatamente, tarea en la que aún estamos ya que no piense nadie que se deja atrapar por cualquiera.

Como es natural yo soy el último que se ve al final de la imagen, llevando penosamente un farolillo que apenas ilumina el camino y andando trabajosamente, necesitando incluso del apoyo de una vara para poder seguir a mi amigo que, incansable, no pierde de vista las pisadas de la noble señora también con un farol pero, evidentemente, mucho más potente que el mio.

Al principio del paseo le tomé como un buen guía del camino, no obstante él conoce muy bien esta senda: sabe dónde están los desvíos, los acantilados por los que poder despeñarse, y, sobre todo, conoce a la perfección las huellas que va dejando la moza, por lo que siempre pensé que podía aprender y mucho y le tomé como profesor de excursiones naturales.

Luego, en las breves charlas que nuestro caminar nos permite mantener, llegué la cuenta de que no es así, como lo había pensado, ya que ambos surcamos el mismo camino, seguimos idénticas huellas y ambos, asimismo, caminamos en soledad, a pesar de que nos acompañe toda la creación en nuestra aventura.

Qué hermosa es la amistad sincera, honesta, fiel y eterna, tanto como escasa, lo cual ya es decir mucho. Por eso, sería de tontos no tomarla cuando se ofrece, independientemente de nuestras disquisiciones, ideas preconcebidas o alegorías mentales de cómo debe ser.

Así la he tomado y así la mantengo; además, el camino siempre se hace más agradable y transitable pudiendo compartir pan, vinagre y vino, lo cual, desde hoy me he propuesto hacer.

Descansando

Este soy yo en pleno desarrollo de mis actividades verdaderamente importantes. Lo cierto es que me costó bastante reproducirme de esta manera puesto que la forma de trabajar y al mismo tiempo retratarme requiere de una gran destreza y habilidad, impropias de todo buen amante de la naturaleza.

Lo cierto es que refleja perfectamente cómo paso el tiempo cuando descanso en el campo, tras la labor realizada. Se que será objeto de críticas pero en realidad éstas solamente serán fruto de la envidia cochina por no poder dedicarse a un trabajo tan edificante como el que la imagen representa.

Pero ahí está el error, ya que cualquiera, con una buena disposición, eso sí, es capaz de lograr reproducir semejante tarea.

Además, para el fino observador resultará del todo evidente que mientras uno está descansando el resto de la naturaleza que le acoge y acompaña sigue su trabajo: el sol está iluminando y dando el calor a sus campos, el agua sigue su curso y el ruidoso silencio de la naturaleza no para de sonar.

Como no me había visto antes así, no había caido en la cuenta de la placidez tan enorme que emana y se me ocurren varias cosas que guardaré para otra mejor ocasión, pero entre las cuales, no ocupa bajo lugar la de que el abandonarse, el adoptar la pereza creativa, solamente puede parecer inútil a quien no tiene ojos para ver.

Todo sigue su curso mientras uno se repone y deja que se hagan las maravillas del mundo. Tan sólo hace falta eso, un buen abandono y un algo de humildad.