jueves, 29 de mayo de 2008

El Árbol



He comentado en diferentes momentos que lo que más placer me causa (o al menos uno de los más exquisitos para mi) es abandonarme a la naturaleza tumbado o recostado sobre un buen árbol en un campo verde y frondoso.

Y, fruto de esa experiencia de inactividad total y plena, he tenido muchas oportunidades de observar mis asientos arbóreos desde perspectivas varias, lo cual me ha sugerido abundantes a la par que provechosas meditaciones al respecto.

El árbol es un ser curioso que a mi se me asemeja un cierto pariente de la Sabiduría. En concreto me gusta llamarle Hermes o Mercurio, sea el árbol que sea ya que este semidios era el mensajero o intermediario entre los dioses y los humanos, lo cual equivale a decir entre el cielo y la tierra.

Así, el árbol, cual remedo mercuriano, intenta con su copa tocar el cielo mientras hunde sus raíces en lo más profundo de la tierra. Es como las dos caras de la moneda: si falta una, pierde todo su valor.

Creo que el árbol es inteligente, sí señor, sabe elegir lo mejor de cada casa y no hace desprecios ni arriba ni abajo, tomando lo que le es útil y aprovechándolo para su propio placer y beneficio, pero, eso sí, devolviendo el favor generosamente en forma de frutos y semillas que repartan su dote.

A veces, me apetece abrazar a mi árbol, profunda y sosegadamente, sin prisas, disfrutando de su amable contacto. De hecho quien así me ha visto ha huido rápidamente pensando en mi locura porque, al fin y al cabo, podrá pensar que es mucho mejor abrazar a alguien más cercano. Pero es que a mi, en realidad, me parece más cercanísimo un árbol que muchos próximos, puesto que el comer su fruto surgido de su semilla en realidad es como alimentarse del propio árbol, y eso equivale a tomar lo mejor de cada casa con cada bocado.

¿Cabe más generosidad?

miércoles, 21 de mayo de 2008

El Jardín

Es curioso como de la negrura propia de la Melancolía pueda surgir la blancura de la delicia. Como paso la mayor parte del tiempo sentado o tumbado sobre la verde pradera, pues a veces se me pasa tan deprisa el tiempo que, cuando quiero darme cuenta, ya es de noche y claro, uno lo ve todo negro, así, como de repente.

Afortunadamente, luego viene el día y la luz surge por sí misma de esa oscuridad. Y, claro, con tanta luz repentina, lo menos que se pueden ver son alucinaciones varias y, de entre todas las percibidas, me quedo con ésta que el Bosco tuvo en su momento y que a mi, por qué no decirlo, me gusta.

Me recuerda muy mucho a la numerosa prole que habita el jardín donde la locura se convierte en cotidianeidad de tal suerte que, paradójicamente, los cuerdos al ser minoría parecen los locos y los locos se convierten en cuerdos por simple mayoría.

Creo que a la vista de lo dicho, me gustaría quedarme entre los no cuerdos, quizá simplemente por eso de llevar la contraria.

lunes, 19 de mayo de 2008

La Melancolía


Ayer, mientras escarbaba en un terruño pequeño pero grande a la vez, al ver su interior no pude por menos de comenzar a sentirme melancólico.
Dicen que la melancolía significa algo así como un "humor negro", ya que proviene del griego Mélan (negro) y de colh (bilis). En ese caso sería algo así como estar dominado o completamente lleno de esta negrura deprimente que, como debiera saber, no puede sino traer tristeza y bajo ánimo, enemigos naturales de cualquier observador y agricultor que se precie.
Quizá me atreva a elegir la definición que Enrique Cornelio Agripa de Nettesheim hizo al establecer tres tipos de melancolía, quedándome con el denominado "I" o Melencholia Imaginativa. Esta, al parecer, predomina en los artistas y se caracteriza porque la imaginación domina a la mente-razón.
Creo que deberé sobreponerme a este humor oscuro mediante grandes dosis de alegría y quizás, de todo ello, decida mirar hacia lo alto, arriba, para contemplar un hermoso paisaje donde poder perderme hasta que por sí solo se evapore y pueda decidirme a cultivar y cuidar una nueva tierra que me sea más propicia.
Son las cosas que tiene el campo, que limpias, preparas, cuidas, riegas y esperas con ilusión y luego, la naturaleza, decide si en lugar de uvas te da nueces; claro que estas últimas, las nueces me refiero, son alimento seco y feliz para el cerebro por lo que a lo mejor me compro un par de kilos.

miércoles, 7 de mayo de 2008

La Abstracción

No hay nada mejor para abstraerse como silenciar nuestros sentidos y estar atentos a lo que queda.

Como esa es tarea dificil donde las haya, en mi caso, suelo recostarme bajo un frondoso árbol, me gustan mucho las higueras, y ahí cierro los ojos dejando todo el protagonismo al oido. La música que puede descubrirse es pasmosamente hermosa y creo que no cambiaría nada por esos momentos de solaz y sosiego.

Cuando el campo no está disponible pues entonces no queda nada mal dedicarse a escuchar con deliete alguna de las piezas que pueden encontrarse en el siguiente enlace:

http://www.epdlp.com/operas.php

Las hay hermosamente desconocidas y otras conocidamente hermosas.

En todo caso, dependerá, como siempre, de si uno tiene el espíritu presto a estos placeres sencillos.