martes, 16 de junio de 2009

EL ANSIA



Era un padre de familia. Había conseguido unas buenas condiciones de vida y había enviudado, después de que sus hijos se hicieran mayores y encauzaran sus propias vidas. Siempre había acariciado la idea de dedicarse a la búsqueda espiritual y poder llegar a sentir la unidad con la Conciencia Universal. Ahora que ya no tenía obligaciones familiares, decidió ir a visitar a un yogui y ponerlo al corriente de sus inquietudes, pidiéndole también consejo espiritual.
El yogui vivía cerca de un río. Cubría su cuerpo con un taparrabos y se alimentaba de aquello que le daban algunos devotos. Vivía en paz consigo mismo y con los demás. Sonrió apaciblemente cuando llegó hasta él el hombre de hogar.
-¿En qué puedo ayudarte? -preguntó cortésmente.
-Venerable yogui, ¿cómo podría yo llegar a percibir la Divinidad y hacerme uno con Ella?
El yogui ordenó:
-Acompáñame.
El yogui condujo al hombre de hogar hasta el río. Le dijo:
-Agáchate.
Así lo hizo el hombre de hogar y, al punto, el yogui lo agarró fuertemente por la cabeza y lo sumergió en el agua hasta llevarlo al borde del desmayo.
Por fin permitió que el hombre de hogar, en sus denodados forcejeos, sacara la cabeza. Le preguntó:
-¿Qué has sentido?
-Una extraordinaria necesidad y ansia de aire.
-Pues cuando tengas esa misma ansia de la Divinidad, podrás aprender a percibirla y hacerte uno con ella.

lunes, 8 de junio de 2009

VITRIOLO



Siguiendo con la Revista LA PUERTA, rescatamos este extracto no muy conocido. Reúne dos breves párrafos de dos tratados diferentes: el primero del Diccionario Mito-Hermético, de Dom Pernety, editado en español por Ediciones Índigo, y el segundo de una obra, de la que no conocemos exista traducción a nuestro idioma, titulada El Misterio de la Cruz, de Douzetemps, nombre que suena a acrónimo y que, por ahora, no entraremos a dilucidar.


Ambos hablan del VITRIOLO, nombre conocido y sujeto a confusión que, esperamos, esta lectura nos pueda ayudar a disolver.



VITRIOLO
Traducción y selección: L. Tera


«Pocas son las materias con las que los químicos hayan practicado tanto como el vitriolo común. La tomaron por la materia del magisterio de los Filósofos; y hay que reconocer que no hay nada más apropiado para inducir a error a aquellos que toman las palabras de los sabios al pie de la letra. Además, han elogiado de tal forma esta sal mineral que resulta muy difícil no caer en la trampa que han tendido a los ignorantes, al menos en apariencia, puesto que advierten a todos que no hay que detenerse en las palabras sino en el sentido que esconden. A consecuencia de ello propusieron el siguiente enigma, cuyas letras iniciales de cada palabra, reunidas, forman VITRIOLUM, es decir, Visitabis interiora terrae, rectificando, invenies occultum lapidem, veram medicinam (Visitarás los interiores de la tierra, rectificando, encontrarás la piedra oculta, la verdadera medicina). Algunos han sustituido occultum lapidem (piedra oculta) por oleum limpidum (aceite límpido).


La obra completa y su materia están, según ellos, contenidos en estas palabras...»


Dom Pernety: Diccionario Mito-Hermético,
(París, Delalain l’aîné, 1787, p. 525).



También encontraréis las maravillas de la cruz en otros temas pero sobre todo en el VITRIOL, aunque no tenga la cruz totalmente perfecta; pues es asimismo un producto maravilloso de la cruz, pero importa no obstante hacer de él una buena elección. Basilio asegura que la medicina universal está oculta en el vitriolo de Hungría. La piedra de calamina, particularmente la de Leipzig, produce también uno muy valioso, que tiene el grano fijo solar. Marte y Venus, o mejor Marte por Venus hace de él también uno muy noble; y ambos hacen juntos la boda tan célebre a la que asisten los aficionados de la Sabiduría: durante su conjunción, se eleva un vapor muy espirituoso y necesario para una Gran Obra; hay que recoger este vapor con la ayuda de unas redes muy sutiles: en el resto se encuentra un vitriolo bastante bueno del que se saca, mediante unas operaciones muy sutiles y difíciles de descubrir, un azufre solar o un oro filosófico vivo.


Pero sin aventuraros en grandes trabajos que entretienen demasiado la mente, y ante su completo desarrollo, podéis sin embargo emplear un poco de vitriolo, que servirá únicamente como de imán, para permanecer en la gran simplicidad de la naturaleza y del arte: sin duda alguna será uno de los mejores que se encuentre en la universalidad de las cosas naturales, a causa de su hambre ávida, de su crudeza y de su tierra estíptica que retiene lo que ha atraído. La operación es tan simple, tan natural y tan fácil que no tengo ni que describirla para no sospechar que sois ignorantes: lo que ha atraído debe ser cocido durante mucho tiempo y de forma especial, repetitiva, hasta que aparezcan los colores del arco iris, que es una señal de gracia y reconciliación, y hasta que las gotas pesadas se derramen en el fondo del recipiente, algo parecido a un mercurio destilado. De ello resultará un maravilloso producto oftálmico y antiepiléptico; e incluso algo más si el Señor os abre los ojos. Esta obra se denomina Imántica.»


Douzetemps, Le Mystére de la Croix, (cap. XIII, 8, Milán, 1975.)



jueves, 4 de junio de 2009

EL FUEGO


Este breve texto se encuentra disponible en la página de la siempre recomendable Revista LA PUERTA, cuya suscripción a la edición en papel recomendamos efusivamente.
Mucho se habla del fuego y de los fuegos y mucha confusón se crea al respecto, por lo que, para los interesados en el tema, de seguro les resultará de su agrado el anónimo texto que colocamos a continuación.

DIFERENCIA ENTRE EL FUEGO DE LOS FILÓSOFOS Y EL FUEGO VULGAR
según un Filósofo anónimo
Traducción: J. Mateu

Después de haberte demostrado que los Filósofos no se queman los dedos al preparar su piedra y que utilizan un fuego distinto al vulgar, te haré ver por comparación la diferencia que hay entre uno y otro:


1º) En primer lugar, el fuego de los químicos es vulgar y conocido por todos, mientras que el nuestro se hace siguiendo el arte y es difícil de encontrar.
2º) Su fuego es elemental, en cambio el nuestro es natural a la vez que vivificante y celeste.

3º) Su fuego es activo, caliente y seco, pues lo preparan con madera, aceite o carbón; por el contrario el nuestro es caliente, seco y húmedo, y más espiritual que material.
4º) Su fuego no hace nada sin ser alegrado por el aire, pero el nuestro no hace ninguna operación sin estar encerrado; incluso debe estar encerrado en un vaso tal que le impida sufrir ni la más mínima acción del aire.
5º) Al fuego de los químicos no se le puede gobernar adecuadamente, pues se apaga y desaparece cuando le falta materia combustible; mientras que el nuestro ejecuta perpetuamente su infinita operación, en efecto, se mantiene a sí mismo sin necesidad de nuestras manos, e irradia y circula nuestra materia por medio del vapor espiritual.
6º) El fuego de los químicos es activo, operativo, caliente y seco; su primera calidad es consumir y destruir todo aquello en lo que actúa. Esta verdad se demuestra claramente de la siguiente forma: el más suave de todos los fuegos, el baño-maría, en el que se pueden cocer huevos, destruye los gérmenes de todas las cosas, sus demás fuegos son mucho más fuertes y pueden hacerlo más rápido y con mayor seguridad. En cuanto a nuestro fuego calienta suave y lentamente nuestra preciosa materia, la cuece por medio de una irradiación continua, la conserva, la congela y la humecta, la nutre y aumenta su virtud. En suma, el fuego filosófico es absolutamente diferente al de los químicos.
7º) El fuego de los químicos es violento y corrosivo, más el nuestro es suave, benigno y natural, encerrado, dorado, vaporoso, circulante, envolviendo la materia, continuo, templado y tan nutritivo y vivificante como celeste. He aquí lo más admirable del fuego filosófico: Es del todo semejante a la materia de su piedra y extraído, por medio del arte de un escondido secreto, de la purísima sustancia de sus vísceras. Este fuego es el verdadero baño-maría de los Filósofos. El secreto de su preparación está tan escondido como la materia misma de la piedra filosófica, pues la ciencia de uno comprende el conocimiento de la otra.