jueves, 2 de abril de 2009

La Plegaria



No quiero dejar pasara la oportunidad de poner aquí una plegaria auténtica. Y la califico así porque incorpora en el propio texto los dos requisitos básicos que, a mi humilde entender, debe poseer cualquier frase que prentedamos elevar a lo Alto: un texto adecuado y una intencion sana, honesta, sincera y veraz.


Etimológicamente hablando, plegaria se relaciona con súplica ya que ambas parecen derivar de término latino "plicare", es decir, plegar, doblar; en este caso concreto sería un plegarse sobre sí mismo, es decir, prosternarse. Ello me hacer acordarme de la etimología tan hermosa que San Isidoro de Sevilla, en sus precisamente así llamadas Eimologías, asigna a Genuflexión y a rodilla, relacionándola con las lágrimas y la peticion (quien quiera profundizar no deje de consultar los dos tomos de esta obra editada por la Blibioteca de Autores Cristianos).


Esta plegaria, en concreto, se atribuye a Nicolás Flamel, famoso alquimista y autor de el Libro de las Figuras Jeroglíficas y creo que merece la pena leerla, releerla y formularla, si es posible, con regocimiento y en un lugar adecuado.


Dios todopoderoso, Eterno, Padre de la luz de quien vienen todos los bienes y todos los dones perfectos, imploro tu misericordia infinita.


Déjame conocer tu eterna Sabiduría. Ella es quien rodea tu trono, quien ha creado y hecho, quien conduce y conserva todo. Dígnate enviármela del cielo de tu santuario y del trono de tu gloria para que esté y trabaje en mí, pues ella es dueña de todas las artes celestes y ocultas, es quien posee la ciencia y la inteligencia de todas las cosas.


Haz que me acompañe en todas mis obras, que por su espíritu tenga la verdadera inteligencia, que proceda infaliblemente en el arte noble al cual me he consagrado, en la búsqueda de la milagrosa piedra de los sabios que has ocultado al mundo, pero que tienes por costumbre descubrir por lo menos a tus elegidos.


Que esta Gran Obra que he de hacer aquí abajo, la empiece, la prosiga y la termine felizmente, que contento, goce de ella para siempre. Te lo pido por Jesucristo, la piedra celeste angular, milagrosa y fundada de toda eternidad"


2 comentarios:

Miserere mei Domine dijo...

Bonita plegaria, serena y llena de significado. Humilde desde el comienzo, donde reconoce que solo mediante al misericoria del Dios eterno es posible obtener la poca sabiduría que cabe en nosotros.

En todo caso, la sabiduría es tal por y para gloria de Dios y no para placer, orgullo y riquezas a los hombres.

Saludos :)

El Hortulano dijo...

La humildad es un abono bendito que permite crecer la plantita que con mimo regamos y cuidamos con amor.

Por nuestra cuenta no podemos hacer nada, salvo preparar la tierra y luego plantarla, el resto lo hace la Naturaleza sin que neustra voluntad pueda itnervenir en esas ocultas operaciones.

Dices bien, la Sabiduría es por y para Su mayor Gloria, y a´si hay que pedirla y así recibirla.

Un saludo cordial.