miércoles, 28 de octubre de 2009

La Matriz Divina




“Toda materia existe en virtud de una fuerza. Debemos asumir tras esa fuerza la existencia de una mente consciente e inteligente. Esa mente es la matriz de toda la materia." Max Planck, físico. 1944

Con estas palabras Max Planck, padre de la teoría cuántica, describía un campo universal de energía que conecta a todos y a todo lo que hay en la creación: La Matriz Divina.

La Matriz Divina es nuestro mundo. También es todo lo que hay en nuestro mundo. Somos nosotros y todo lo que amamos, odiamos, creamos y experimentamos. Al vivir en la Matriz Divina, somos como artistas que expresamos nuestras más recónditas pasiones, miedos, sueños y deseos a través de la esencia de un misterioso lienzo cuántico. Pero nosotros somos tanto ese lienzo como las imágenes plasmadas sobre él. Somos a la vez las pinturas y las brochas.

En la Matriz Divina somos el recipiente en cuyo interior existen todas las cosas, el puente entre las creaciones de nuestros mundos interior y exterior y el espejo que nos muestra lo que hemos creado. En la Matriz Divina somos a la vez la semilla del milagro y el propio milagro.

(…)

La ciencia moderna ya ha llegado al punto del que arrancan nuestras tradiciones espirituales mejor consideradas. Un creciente cuerpo de evidencia científica apoya la existencia de un campo de energía -la Matriz Divina- que proporciona ese recipiente, así como el puente y el espejo de todo lo que sucede entre el mundo que hay en nuestro interior y el mundo externo a nuestros cuerpos. El hecho de que ese campo esté en todo, desde las partículas más pequeñas del átomo cuántico hasta universos distantes cuya luz está alcanzando precisamente ahora nuestros ojos, así como en todo lo intermedio entre ambos, cambia todo lo que creíamos acerca de nuestro papel en la creación. Sugiere que debemos ser bastante más que simples observadores que pasan a través de un breve instante de tiempo por una creación preexistente.

Cuando contemplamos la “vida” –nuestra abundancia material y espiritual, nuestras relaciones y carreras, nuestros amores más profundos y nuestros mayores logros, así como nuestros temores a carecer de todas esas cosas- es posible que también estemos encuadrando nuestra mirada en el espejo de nuestras creencias más auténticas, generalmente inconscientes. Las vemos en nuestro entorno porque se han manifestado mediante la misteriosa esencia de la Matriz Divina. De ser así, la propia conciencia debe jugar un papel clave en la existencia del universo.

Somos Tanto los Artistas como el Arte.

Por inaprensible que pueda resultar esta idea a algunas personas, esta es precisamente la otra cara de la moneda de algunas de las mayores controversias entre algunas de las mentes más grandiosas de la historia reciente. Por ejemplo, en una cita de sus notas autobiográficas, Albert Einstein compartía esta creencia de que somos esencialmente observadores pasivos que viven en un universo ya previamente emplazado, sobre el que, al parecer, tenemos muy escasa influencia. “Vivimos en un mundo”, decía, “que existe independientemente de nosotros, los seres humanos, y que existía antes que nosotros, como un gran enigma eterno que, al menos de manera parcial, es accesible a nuestro pensamiento y observación”.

En contraste con la perspectiva de Einstein, que aún es ampliamente defendida por muchos científicos en la actualidad, John Wheeler, físico de Princeton y colega de Einstein, ofrece una visión radicalmente diferente de nuestro papel en la creación. En términos sólidos, claros y gráficos, Wheeler dice que: “Tenemos la vieja idea de que ahí afuera está el universo, y aquí está el hombre, el observador, protegido y a salvo del universo por un bloque de vidrio laminado de seis pulgadas”. Refiriéndose a los experimentos de finales del siglo XX que nos muestran que simplemente observar una cosa cambia esa cosa, Wheeler continua: “Ahora hemos aprendido del mundo cuántico que hasta para observar un objeto tan minúsculo como un electrón tenemos que quebrar ese vidrio laminado; tenemos que meternos dentro de él. Por lo tanto, sencillamente hay que tachar de los libros la vieja palabra observador, sustituyéndola por la nueva palabra participante”.


5 comentarios:

Miserere mei Domine dijo...

Encantado de leerle Hortulano.

Nuestra relación con la realidad se establece por medio de modelos que aceptamos como válidos siempre nos sirvan para explicar qué sucede dentro y fuera de nosotros. Conforman una hermenéutica personal con la que nos relacionamos con todo lo existente.

Los científicos están en la primera fila para tener constancia de las leyes que conforman de forma absoluta nuestro universo. Pero ellos también necesitan de una hermenéutica que les permita enlazar la inmensidad con la particularidad. Lo eterno con lo efímero. La fuerza con la forma.

Por eso la ciencia no es capaz de desvelar las grandes preguntas que nos hacemos y que deben ser contestadas por cada uno de nosotros. La responsabilidad de saber no se delega... es personal e intransferible.

Saludos :)

El Hortulano dijo...

Hay mucha verdad en tus palabras Miserere.

Olvidamos con tanta queja hacia y de los demás que la responsabilidad primera y última es propia.

Un saludo cordial.

Baruk dijo...

Esta muy bien la frase final, porque sólo participando de la vivencia puedes entender lo que antes has observado.


Un abrazo

Hesiquia dijo...

Excelente Post. Aporto un texto que me parece complementa.

Fondos y formas
Versión (1.2)

- Todo lo que existe se manifiesta en un ambiente determinado.

- Ese existente se diferencia como forma destacándose en un fondo.

- La forma viene a ser lo que existe y el fondo el ambiente en el que esa existencia se da.

- Este fondo por cierto también existe, aunque advertido como “el todo” en el que se da la existencia.

- No habría forma sin fondo, ni podría diferenciarse un fondo sin formas que lo discontinúen.

- Este ambiente total puede convertirse en objeto existente y devenir en “parte” si se lo observa en referencia al contexto en el que se manifiesta, para lo cual es necesario encontrar un algo más extenso y abarcante que lo que anteriormente constituía “el fondo en el cual todo existía”.

- Si el universo era el todo y la galaxia la parte, fue preciso concebir el contexto “múltiples universos paralelos” para que aquel sea ahora solo una porción de un ente mayor; para que deviniera “forma en un fondo”.

- Por lo anterior digo que lo que existe depende del que observa y del modo en que ajuste la mirada.

- Esta mirada se me revela como categorizadora y diferenciadora, conceptualizadora de la experiencia del percibir.

- Es un modo parcializador de organizar lo percibido, generándose así diferencias tales como fondo y forma, lo que existe y lo que no, lo objetivo y lo subjetivo, lo viviente y lo no viviente.

- Esta parcialidad permanente incluye valoraciones constantes de acuerdo a la propia experiencia perceptiva, por lo cual las diferenciaciones se establecen “valorativamente” y no solo “divisoriamente”.

- Lo que existe y ese ambiente están muy ligados, interactúan de forma permanente.

- No sabemos si por el ambiente surgió lo que existe, pero si sabemos que el ambiente ha permitido el surgimiento de lo que existe en él.

- De tal manera, si el ambiente pierde sus características constituyentes puede modificarse lo que en el existe.

El Hortulano dijo...

Muchas gracias Hesiquia por tu excelente aportación.

Un saludo cordial.