martes, 16 de diciembre de 2008

El Belén

Estamos en Navidad, y lo propio en estas fechas es celebrar el nacimiento de Jesús, el Salvador, es decir, "el que salva".
Podemos leer que San Beda el Venerable, comentando el pasaje "lo recostó en un pesebre", dice: "Aquél que es el Pan de los ángeles, está recostado en un pesebre, para poder fortificarnos como animales santos, con el trigo de su carne". Y San Cirilo explica: "Encontró al hombre embrutecido en su alma, y por esto fue colocado en un pesebre como alimento, para que mudando la vida bestial, podamos ser llevados a una vida conforme con la dignidad humana, tomando, no el heno, sino el pan celestial, que es el cuerpo de vida".

Por ello, se convirtió en costumbre ubicar un Belén (nacimiento) en alguna parte de la casa, que sirva de recordatorio de ese hecho trascendental en nuestra cultura. Porque esta época se ha convertido en eso, en una simple rememoración de un suceso mágico que ha perdido toda su magia en aras de una consumismo que ofrece satisfacción inmediata y plena (pero no gratuita ni generosamente) aunque caduca rápidamente, como todo lo temporal.
Hemos perdido el sentido verdadero de las palabras, y es más notorio en estas fechas donde nadie recuerda que Navidad es Natividad, es decir "Nacimiento". Porque eso es lo que se produce, renueva, ahora, un auténtico y verdadero nacimiento que, si se está atento, puede resultar más íntimo y personal de lo que pueda parecer a simple vista.
A continuación, se encuentra un texto que intenta recuperar parte del simbolismo del Belén, y esperamos que sirva, cuando menos, para una correcta ubicación del mismo en aras de ese principio de "Como es arriba así es abajo" que, últimamente, viendo los tiempos que corren, debería traducirse por "como es arriba así debería ser abajo".
Que aproveche y Feliz Natividad.

EL SIMBOLISMO DEL BELEN
Abbe Hénri Stéphane


El misterio de la Natividad comporta un doble aspecto: el nacimiento del Verbo en el mundo (punto de vista macrocósmico) y el nacimiento del Verbo en el alma (punto de vista microcósmico). Quizás es difícil representar estos dos puntos de vista a la vez, y algunas figuraciones se referirán más bien a un aspecto que al otro. Pero en los dos aspectos, el Niño Jesús debe ocupar una situación central; debe ser lo más pequeño posible para figurar «el Reino de los Cielos semejante a un grano de mostaza» (Mat, XIII, 3l-32).
La Virgen debe ocupar igualmente una situación central, pero en un plano de fondo; ella no debe ocupar en ningún caso una posición simétrica a la de San José, que no es el verdadero padre del Niño Jesús; contrariamente a la mayoría de las figuraciones vulgares, ella no debe tener una actitud de plegaria o de adoración semejante a la de los otros personajes. Debe estar en la función de Virgo genitrix, lo que supone que está situada, como ya lo hemos dicho, detrás de Cristo, pero en la misma situación «axial», lo que significa que es a la vez «Madre de Dios» y «Esposa del Espíritu Santo». Su actitud debe ser jerárquica, perfectamente impasible, lo cual simboliza su virginidad, su inmaculada concepción, su perfecta sumisión o «pasividad» con respecto al Espíritu Santo.

Todo lo que precede se aplica igualmente al punto de vista «microcósmico», es decir, al nacimiento del Verbo en el alma. La Virgen representa entonces al alma en estado de gracia. Desde un punto de vista pasivo, el alma debe identificarse a la Virgen realizando las perfecciones mariales, para que el Verbo pueda encarnarse como en el seno virginal de María, esposa del Espíritu Santo; desde un punto de vista activo, el alma se identifica a la Virgen Madre.
El primer aspecto se refiere a la Comunión del alma recibiendo al Cristo, el segundo a la Invocación del Nombre de Jesús: el alma profiere el Verbo como la Virgen da a luz a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, generador supremo. Es aquí donde interviene San José, así como el asno y el buey. San José simboliza la presencia invisible del Maestro espiritual en la invocación, siendo éste el Espíritu Santo; el buey representa al «guardián del santuario», es decir, el espíritu de sumisión, de fidelidad, de perseverancia y el esfuerzo de concentración; el asno, animal «profano», es el testigo «satánico» en la invocación, representando el espíritu de insumisión y de disipación.

Pero esto es también susceptible de una aplicación en el orden «macrocósmico», en el que el buey y el asno representan respectivamente el mundo celestial y el mundo infernal. Puede uno entonces preguntarse por qué este último es admitido en el nacimiento del Verbo, tanto en el mundo como en el alma; la explicación se encuentra claramente indicada en la Epístola a los Filipenses (II,10) donde San Pablo declara: «... a fin de que en el Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra, en los infiernos...», texto que se refiere tanto al nacimiento de Cristo en el mundo como a la invocación del Nombre de Jesús.

Por todos estos motivos, San José debe figurar al lado de la Virgen, pero no en el eje indicado precedentemente, y, puesto que es el símbolo del Maestro Invisible, debe estar en una actitud puramente pasiva de manera que no obstaculice la acción del Espíritu. El buey y el asno deben colocarse a la derecha y a la izquierda (lado siniestro) del Niño Jesús.

Nos queda hablar de los Reyes magos y de los pastores. Los Tres Reyes magos representan el poder sacerdotal y real. El primer rey representa el poder real; él ofrece a Cristo oro y le saluda como «Rey»; el segundo rey representa el poder sacerdotal; le ofrece incienso y saluda a Cristo como «Sacerdote»; por último, el tercero representa la síntesis de los dos poderes en el estado indiferenciado; le ofrece mirra (el bálsamo de incorruptibilidad) y saluda a Cristo como «Profeta» o Maestro espiritual por excelencia.

La función de los Reyes magos tiene por tanto un carácter aristocrático que los distingue de la «plebe», representada por los pastores. Se deben colocar frente al Niño Jesús, mientras que los pastores pueden ser dispuestos en semicírculo alrededor de los Reyes magos.

Finalmente, el nacimiento del Verbo o el «renacimiento espiritual» del alma debe realizarse durante la «noche»; es por eso que tiene lugar en la «gruta» a medianoche y en el solsticio de invierno, fecha de la Navidad. La gruta no es de ningún modo una pobre chabola con un techo de paja. Su simbolismo se refiere al de la Caverna o al del Domo (situado, en nuestras iglesias, encima del santuario donde se cumple el misterio eucarístico). La Caverna debe tener una forma hemisférica (propiamente un cuarto de esfera); el interior debe ser sombrío, iluminado solamente por la Estrella, símbolo de la Luz divina, pudiéndose colocar ésta encima de la Caverna. Por último, el pesebre donde reposa el Niño Jesús puede tener una forma hemisférica, complementaria a la de la Caverna, simbolizando las dos mitades del «Huevo del Mundo».


10 comentarios:

lamberto palmart dijo...

Totalmente de acuerdo con tu reflexión. Perdemos la esencia de las cosas y los hechos, no vemos más allá de nuestras narices. Creo que la vorágine del dia a dia, los medios de comunicación y la clase política, nos llevan a una sociedad nihilista donde se pierden las referencias culturales que han llevado al hombre a lo que es hoy en dia. Aun así soy positivo y creo que queda una gran minoria, tu lo demuestras con este blog, que ponemos nuestro granito de arena para no perder el norte. Por lo cual la navidad se desvirtua y se convierte en lo que tenemos hoy en día; un producto comercial.

Feliz Navidad.

El Hortulano dijo...
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El Hortulano dijo...
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El Hortulano dijo...
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El Hortulano dijo...
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El Hortulano dijo...

Esa era mi idea al colocar esta entrada: el que los pocos (o muchos)que aún continúan con esa fe interior veran que nada está perdido y que con aguantar el embate de la corriente es suficiente.

Feliz Natividad.

Baruk dijo...

He leido y oido un montón de interpretaciones sobre el belén y la Navidad. Esta que nos relatas es totalmente nueva para mi, no quiero decir desconocida, sino aún no oída.

Feliz Navidad y que el nuevo año sea más luminoso para todos!

Miserere mei Domine dijo...

Hola,

Ante todo felicitaciones por e blog. Llevo tiempo pensando crear uno en línea con el tuyo Quizás unos de estos días me anime.

Sobre el texto del Abad Stephane, indicar que es estupendo. Existe otro texto interesante sobre el simbolismo de del nacimiento escrito por Jean Hani. Te dejo un enlace donde leerlo: http://www.geocities.com/origo_es/hanicononatividad.htm.

Está referido al icóno ortodoxo de la natividad, pero tiene muchos elementos comunes al de Stephane.

Ánimo. Me suscribo inmediatamente al blog. Feliz Navidad y un año nuevo lleno de luz y amor.

Alchemy dijo...

Hortualano, interesante relato sobre el simbolismo del Nacimiento.
Pasada ya la Navidad y estrenado el nuevo Año, finalizando este día de Reyes van mis saludos y lo mejor para vos.
Que la Estrella nos guié y principalmente, que nos dispongamos a ser guiados por su Luz.
Abrazos y Buen Año!! desde el verano austral:
Alchemy

El Hortulano dijo...

Alchemy:
Muchas gracias por tu comentario. Que tu deseo sea devuelto para ti y los tuyos con todo su esplendor y que Su Luz ilumine tu caminar dondequiera que vayas.

Miserere:
Gracias igualmente por tu comentario y por el enlace de Hani que dejas. Creo recordar el texto que mencionas pero le echaré de nuevo un vistazo puesto que siempre se aprende.

Bienvenido a este tu jardín. Puedes plantar cuando quieras.