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martes, 15 de diciembre de 2009
El Gran Inquisidor
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martes, 24 de noviembre de 2009

Aunque todos los filósofos de los que hablamos hayan expuesto con frecuencia este arte eminente de distinta manera, y aunque lo hayan descrito, por las susodichas razones por medio de muchos nombres particulares, parábolas, expresiones sorprendentes en lenguas bárbaras y sofísticas, hay, sin embargo, un perfecto acuerdo entre ellos y con todas esas expresiones distintas no han querido conducir sino a un objeto único y no mostrar más que la materia única del arte. Por tanto, la mayor parte de buscadores del arte con frecuencia se han extraviado de esa materia secreta, y por eso se han equivocado de vía. En efecto, en todo tiempo y hoy todavía se encuentran hombres que suspiran por esta sabiduría, no solamente gentes poco instruidas, sino también muchas personas eminentes muy experimentadas en filosofía. Y eso no es solamente por un profundo estudio sino también con un trabajo considerable y con grandes dispendios que la buscan e intentan obtener, pero jamás pueden esperarla y mucho menos participar de ella. Pues, ciertamente, la mayor parte se dejan atrapar en el anzuelo del oro y se precipitan con frecuencia a si mismos a irreparables desdichas y, con que irrisión, se ven obligados a abandonar sus pesquisas. Sin embargo, para que nadie pueda dudar de lo bien fundamentado de este secreto arte y no lo considere una pura ficción según es habito y práctica de este mundo, quiero dar a conocer cronológicamente y nominativamente a los filósofos auténticos y a sus sucesores que, en verdad, han conocido, poseído y practicado este arte, con excepción de los mensajeros de los que se hace mención en las Santas Escrituras. Esos son: Hermes Trismegisto, Pitágoras, el bendito Jesús, Alejandro el Grande, Platón, Teofrasto, Avicena, Galeno, Hipócrates, Luciano, Longanus, Rhazes, Arquelao, Rupescissa, el Autor del Gran Rosario, María la profetisa, Denis Zachaire, Haly, Morien, Calid, Constancio, Serapión, Alberto el Grande, Estrod, Arnau de Vilanova, Geber, Ramón Llull, Roger Bacon, Alanus, Tomas de Aquino, Marcel Palingenio; los autores contemporáneos son: Bernardo el Trevisano, Hermano Basilio Valentín, Paracelso y aun otros muchos.
No hay ninguna duda de que en efecto podamos en nuestros días encontrar hombres que, por la Gracia de Dios, practican el arte y lo disfrutan todos los días de su vida en secreto y en silencio. Pero en tanto los filósofos que he enumerado han descrito con verdad y sin disimulo este muy gran magisterio y que han hecho fluir su demostración del fundamento verdadero y de la fuente simple de la naturaleza, encontramos en el extremo opuesto a muchos pseudofilósofos e impostores que se glorifican sin razón de poseer la ciencia de este arte y que se esfuerzan también en enseñarlo. Para ocultar su fraude abusan de manera vergonzosa e impía de los escritos de los verdaderos filósofos y, poniendo una venda ante los ojos de los hombres, les hacen la boca agua y se imponen para hacer su propio deseo.
miércoles, 28 de octubre de 2009
La Matriz Divina

“Toda materia existe en virtud de una fuerza. Debemos asumir tras esa fuerza la existencia de una mente consciente e inteligente. Esa mente es la matriz de toda la materia." Max Planck, físico. 1944
Con estas palabras Max Planck, padre de la teoría cuántica, describía un campo universal de energía que conecta a todos y a todo lo que hay en la creación: La Matriz Divina.
La Matriz Divina es nuestro mundo. También es todo lo que hay en nuestro mundo. Somos nosotros y todo lo que amamos, odiamos, creamos y experimentamos. Al vivir en la Matriz Divina, somos como artistas que expresamos nuestras más recónditas pasiones, miedos, sueños y deseos a través de la esencia de un misterioso lienzo cuántico. Pero nosotros somos tanto ese lienzo como las imágenes plasmadas sobre él. Somos a la vez las pinturas y las brochas.
En la Matriz Divina somos el recipiente en cuyo interior existen todas las cosas, el puente entre las creaciones de nuestros mundos interior y exterior y el espejo que nos muestra lo que hemos creado. En la Matriz Divina somos a la vez la semilla del milagro y el propio milagro.
(…)
La ciencia moderna ya ha llegado al punto del que arrancan nuestras tradiciones espirituales mejor consideradas. Un creciente cuerpo de evidencia científica apoya la existencia de un campo de energía -la Matriz Divina- que proporciona ese recipiente, así como el puente y el espejo de todo lo que sucede entre el mundo que hay en nuestro interior y el mundo externo a nuestros cuerpos. El hecho de que ese campo esté en todo, desde las partículas más pequeñas del átomo cuántico hasta universos distantes cuya luz está alcanzando precisamente ahora nuestros ojos, así como en todo lo intermedio entre ambos, cambia todo lo que creíamos acerca de nuestro papel en la creación. Sugiere que debemos ser bastante más que simples observadores que pasan a través de un breve instante de tiempo por una creación preexistente.
Cuando contemplamos la “vida” –nuestra abundancia material y espiritual, nuestras relaciones y carreras, nuestros amores más profundos y nuestros mayores logros, así como nuestros temores a carecer de todas esas cosas- es posible que también estemos encuadrando nuestra mirada en el espejo de nuestras creencias más auténticas, generalmente inconscientes. Las vemos en nuestro entorno porque se han manifestado mediante la misteriosa esencia de la Matriz Divina. De ser así, la propia conciencia debe jugar un papel clave en la existencia del universo.
Somos Tanto los Artistas como el Arte.
Por inaprensible que pueda resultar esta idea a algunas personas, esta es precisamente la otra cara de la moneda de algunas de las mayores controversias entre algunas de las mentes más grandiosas de la historia reciente. Por ejemplo, en una cita de sus notas autobiográficas, Albert Einstein compartía esta creencia de que somos esencialmente observadores pasivos que viven en un universo ya previamente emplazado, sobre el que, al parecer, tenemos muy escasa influencia. “Vivimos en un mundo”, decía, “que existe independientemente de nosotros, los seres humanos, y que existía antes que nosotros, como un gran enigma eterno que, al menos de manera parcial, es accesible a nuestro pensamiento y observación”.
En contraste con la perspectiva de Einstein, que aún es ampliamente defendida por muchos científicos en la actualidad, John Wheeler, físico de Princeton y colega de Einstein, ofrece una visión radicalmente diferente de nuestro papel en la creación. En términos sólidos, claros y gráficos, Wheeler dice que: “Tenemos la vieja idea de que ahí afuera está el universo, y aquí está el hombre, el observador, protegido y a salvo del universo por un bloque de vidrio laminado de seis pulgadas”. Refiriéndose a los experimentos de finales del siglo XX que nos muestran que simplemente observar una cosa cambia esa cosa, Wheeler continua: “Ahora hemos aprendido del mundo cuántico que hasta para observar un objeto tan minúsculo como un electrón tenemos que quebrar ese vidrio laminado; tenemos que meternos dentro de él. Por lo tanto, sencillamente hay que tachar de los libros la vieja palabra observador, sustituyéndola por la nueva palabra participante”.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Etimologías

Todo tiene un nombre que le identifica, le da a conocer, pero de forma bastarda y estéril en la actualidad. Antaño, el lenguaje, los nombres, eran definitorios del ser de la cosa nombrada, fuera ésta persona, animal u objeto e incluso acción o hecho. Actualmente este nombrar está cansado, sin fuerza, ha perdido su vigor y poder, pero ello no debe hacer que lo olvidemos. Indagar en el origen de un vocablo, intentar conocer el verdadero significado de ese nombre es una tarea provechosa donde las haya, pero conviene ir acompañados de un buen guía que sepa qué terreno pisamos y que nos conduzca fielmente a su centro. Para ello, proponemos a un verdadero conocedor, aunque, quizás, no muy conocido en la actualidad: San isidoro de Sevilla, cuya obra más popular son las ETIMOLOGÍAS (existe una traducción en dos tomos editada por la Biblioteca de Autores Cristianos). De ella ofrecemos aquí el capítulo 29 dedicado precisamente a explicar el propio significado del término Etimología. Que aproveche. ETIMOLOGÍAS
martes, 4 de agosto de 2009
Génesis

Como actualmente se dicen muchas más tonterías sobre el Génesis que antes, y hay tantas interpretaciones del mismo como personas, escuelas, sectas y grupos varios dedicados a explicarnos lo "espiritual", no está de más traer a colación un breve extracto de los comentarios que sobre tan preciado libro realizó Filón de Alejandría.
Seguiremos tras el verano.
CONTENIDAS EN EL GÉNESIS II Y III 1 (LIBRO 1)
(Legum allegoriae, liber I)
1 Literalmente: Interpretación alegórica de las sagradas leyes posteriores a los seis días.
1. I. "Y fueron acabados el cielo, la tierra y todo el mundo de los mismos." (Gén. II, 1.) Habiendo hablado antes de la creación de la inteligencia y los sentidos; señala Moisés ahora concretamente la conclusión de ambos; mas, al decir que alcanzaron su plenitud, no se refiere ni a la inteligencia individual ni a los sentidos particulares sino a las formas ejemplares, la de la inteligencia y la de la sensibilidad. En efecto, se expresa en forma simbólica y llama "cielo" a la inteligencia en mérito a que el cielo contiene las naturalezas que sólo ella puede aprehender; y "tierra" a la sensibilidad por cuanto a ella cupo ser un compuesto de forma corporal y de características más terrenas; estando el mundo de la inteligencia constituido por todas las cosas incorpóreas e inteligibles; y el de los sentidos por las corpóreas y por cuantas, en suma, se perciben a través de ellos.
2. II. "Y en el sexto día acabó Dios las obras que había hecho." (Gén. II, 2.) Simpleza suma sería pensar que la creación del mundo tuvo lugar en seis días o en un determinado transcurso de tiempo cualquiera fuere. ¿Por qué? Porque todo transcurso de tiempo es un conjunto de días y de noches, los que por fuerza se cumplen de acuerdo con el movimiento del sol en su marcha por sobre y por debajo de la tierra. Pero el sol fue creado como parte del mundo; de suerte que ninguna duda cabe de que el tiempo es más reciente que el mundo. Lo correcto, pues, sería decir, no que el mundo fue creado en determinado transcurso de tiempo, sino que el tiempo quedó determinado por medio del mundo, ya que fue el movimiento celeste quien puso de manifiesto la naturaleza del tiempo.
3. Las palabras "acabó en seis días Sus obras" han de entenderse, por lo tanto, como referencia no a un conjunto de días sino al 6; un número perfecto puesto que es el primero igual a la suma de sus partes; 1/2, 1/3 y 1/6,3 y resulta de la multiplicación de dos factores distintos, de 2 por 3; números éstos que han dejado atrás la incorporeidad involucrada en el 1; el 2 por cuanto es la imagen de la materia, pues es fraccionable y divisible como ella; el 3 por ser representación del cuerpo sólido, pues tres son las dimensiones que se distinguen en lo sólido.
3 3 + 2 + 1 = 6. Sus factores, es además, la mitad más la tercera parte más la sexta parte de seis suman 6.
4. Pero además el 6 está emparentado con los movimientos de los animales dotados de miembros funcionales porque son seis las direcciones en las que por ley natural se mueve el cuerpo provisto de miembros funcionales: Hacia delante, hacia atrás, hacia arriba, hacia abajo, hacia la derecha y hacia la izquierda. El propósito de Moisés es, pues, poner de manifiesto cómo tanto las especies mortales como las incorruptibles han sido formadas de acuerdo con los números que les son propios estableciendo, como he dicho, una correlación entre las mortales y el número seis, y entre las felices y bienaventuradas y el número siete.
5. Y así, en el séptimo día, una vez que ha puesto fin a la formación de las especies mortales, comienza el Creador a modelar otras más Divinas. III. Porque en ningún momento cesa Dios en su actividad creadora, antes bien, así como es propio del fuego el ardor y de la nieve el enfriar, es también propio de Dios el hacer. Y en grado mucho mayor aún, por cuanto además Él es el origen de la capacidad de obrar de todos los demás seres.
6. Con toda razón, pues, dice también "hizo cesar" y no "cesó"(En el texto griego de los Setenta aparece, efectivamente, la forma activa katépause = hizo cesar, en vez de la forma media katepáusato = cesó.); porque hace cesar a las cosas que, aunque aparentemente producen, nada producen realmente; pero Él no cesa de hacer. Por ello Moisés añade a "hizo cesar" la aclaración "a aquellas cosas que Él había comenzado". (Gén. II, 3.) En efecto, todas aquellas cosas que se producen por medio de nuestras artes, una vez concluidas se estabilizan y permanecen como están; cuantas, en cambio, produce la Divina sabiduría, finalizadas entran en un nuevo movimiento, pues sus terminaciones son origen de otras cosas; como el fin del día es el comienzo de la noche y la iniciación de cada mes y de cada año ha de ser considerada limite de los que han transcurrido.
7. La generación se cumple como proceso paralelo al de la descomposición, y la corrupción se desarrolla mientras se generan otros seres; de modo que es verdad el aserto de que "nada de lo engendrado perece; separadas sus partes, da a luz una nueva forma".
jueves, 16 de julio de 2009
premio que quiero traspasar, junto con sus reglas, a los 10 blogs siguientes, pues considero que todos ellos son merecedores de este “Blog de Oro”.
Reglas
1- Exhibir el premio
2-Enlazar el Blogger que lo entrega
3-Elegir otros 10 Blogs para premiar
4-Informar por medio de un comentario en el Blog del elegido
miércoles, 15 de julio de 2009
CARTA DE ARISTEO A SU HIJO SOBRE EL MAGISTERIO HERMÉTICO

Hijo mío:
Después de haberte transmitido el conocimiento de todas las cosas, y de haberte enseñado como debes vivir y regular tu conducta de acuerdo con las máximas de una filosofía excelente, después de haberte instruido sobre todo lo que atañe al orden y al conocimiento de la monarquía del universo, sólo me resta por darte las llaves de la naturaleza, conservadas por mí con gran esmero.
De entre todas estas llaves, la que abre el lugar cerrado ocupa sin dificultad el más alto rango; es la fuente misma de todas las cosas y no cabe duda de que Dios le ha dado una propiedad del todo divina. Para quien está en posesión de esta llave las riquezas se tornan despreciables, ningún tesoro se le puede comparar. ¿De qué sirven las riquezas a aquellos que están sujetos a las desgracias que infligen las enfermedades humanas? ¿Qué valen los tesoros cuando se es derribado por la muerte? No hay riquezas que sean conservadas cuando la muerte nos atrapa ; pero, si poseo la llave alejaré tanto como sea posible mi deceso y, además, estaré seguro de haber adquirido un gran secreto que espanta toda suerte de padecimientos. Las riquezas están en mi mano, no me faltan los tesoros, huye la languidez; la muerte tarda cuando tengo la llave de oro.
Ahora, hijo mío, te la voy a ceder como herencia, mas te conjuro por el nombre de Dios y por su Santo Trono para que la guardes encerrada en el cofre de tu corazón y sometida al sello del silencio. Si te sirves de ella te colmará de bienes, y cuando seas viejo o empieces a ver declinar tu cuerpo ella te aliviará, te renovará, te curará. Pues sucede que, por una virtud que le es propia, remedia todas las enfermedades, ennoblece los metales y hace felices a sus poseedores. Nuestros padres nos pidieron bajo juramento aprender a conocerla y no dejar de utilizarla para hacer el bien al indigente, al huérfano y al necesitado, haciendo de este comportamiento nuestra marca y nuestro genuino carácter.
Todas las cosas que están bajo el cielo, divididas en especies diferentes, tienen como origen un mismo principio, y este es el aire del que todo fluye. El alimento de cada cosa muestra cual es su origen, puesto que lo que sostiene la vida es también lo que sostiene el ser. El pez emplea el agua, el niño mama de su madre, por su vida conocemos el principio de estas cosas. La vida de las cosas es el aire, éste es pues el principio de las cosas. Además, el aire corrompe el cuerpo de todas las cosas.
Lo que trae la vida como un don puede también interrumpir la vida. La madera, el hierro, las piedras, son disueltos por el fuego, y por él todas las cosas vuelven a su estado primero. Aquí está la causa de la generación, que también los es por diferentes métodos de la corrupción. y si sucede que ciertas criaturas sufren, sea por efecto del tiempo, sea por un caso fortuito, el aire viene ciertamente en su auxilio para curarlas de su imperfección y de su enfermedad.
La tierra, el árbol, la hierva, languidecen a veces por exceso de calor, el rocío del aire repara en todos ellos este defecto. Así ninguna criatura puede ser restablecida salvo por algo que esté en su propia naturaleza. Y sucede que el aire es el principio fundamental de todas estas cosas, por lo que puede concluirse que es la única medicina universal. Sabemos que en él mismo se encuentra la simiente, la vida, la muerte, la enfermedad, el remedio por excelencia. En él ha encerrado la naturaleza todos sus tesoros, y los ha comprimido como en un depósito propio y particular. no obstante, tener la llave de oro es saber liberar esta cámara estanca para extraer el aire del aire. Pero si se ignora como atrapar ese aire, entonces es imposible adquirir aquello que cura las enfermedades particulares y generales, llamando a los metales a la vida. Si deseas expulsar todas las enfermedades es necesario que busques el remedio dentro de la fuente común.
La naturaleza produce al semejante sacándolo del semejante y reúne especie con especie. Aprende pues, hijo mío, a capturar el aire, aprende a conservar la llave de oro de la naturaleza. Todas las criaturas pueden atrapar perfectamente el aire si conocen la llave de la naturaleza, sólo si conocen esta llave. El saber extraer el aire del arcano celeste es verdaderamente un secreto que supera la capacidad del espíritu humano, un gran secreto que contiene la virtud que la naturaleza ha atribuido a todas las cosas. Pues las especies se prenden por medio de sus especies semejantes. A un pez se le coge con un pez; a un pájaro con otro pájaro, y al aire se lo atrapa con otro aire que lo seduce.
La nieve y el hielo son un aire que el frío ha congelado, la naturaleza los ha dado una disposición que los permite poder capturar el aire. Coloca una de estas dos cosas en un vaso cerrado. Hazte con el aire que se congela alrededor, recogiendo lo que se destila en forma de humedad cálida en un vaso pequeño y profundo, cerrado, grueso, fuerte y limpio, de manera que puedas hacer cuánto te plazca, bien los rayos del sol, bien los de la luna. Cuando el vaso esté lleno cierra bien su boca para que esta chispa celeste, que está ahí concentrada, no se disipe en el aire. Llena tantos vasos como quieras de este líquido, atiende a continuación a lo que debes hacer y guarda silencio.
Construye un pequeño horno, adáptale un vaso lleno hasta la mitad de aquel aire capturado. Séllalo. Dispón seguidamente el fuego de manera que suba sólo la porción más ligera del humo, sin violencia, como hace en la naturaleza, en el centro de la tierra, donde el fuego calienta sin cesar produciendo una circulación continua de los vapores del aire. Que este fuego sea moderado, húmedo, suave, parecido al de un pájaro incubando sus huevos. Una vez conseguida esta disposición debes continuar de manera que el fruto aéreo cueza sin consumirse, agitándolo durante largo tiempo, hasta que quede enteramente cocido en el fondo del vaso. Añade nuevo aire a este aire, no en gran cantidad, sino en la proporción que haga falta. Haz de manera que se licúen ligeramente, que se pudra, que se ennegrezca, que se coagule, y que una vez fijado, enrojezca. Después toma la parte pura separada de la parte impura por medio del fuego y de un artificio divino. Toma al fin la parte pura de un aire crudo, a la que unirás de nuevo la parte pura endurecida. Haz de manera que se disuelvan, que se unan, que se ennegrezcan ligeramente, que se tornen blancos, que se endurezcan y que, por último, se enrojezcan.
Aquí termina la obra. Has hecho el elixir que produce todas las maravillas que has visto. Tienes la llave de oro, el oro potable, la medicina de todas las cosas, un tesoro inagotable. Así sea.
Amen.
martes, 16 de junio de 2009
EL ANSIA

lunes, 8 de junio de 2009
VITRIOLO

Traducción y selección: L. Tera
(París, Delalain l’aîné, 1787, p. 525).
También encontraréis las maravillas de la cruz en otros temas pero sobre todo en el VITRIOL, aunque no tenga la cruz totalmente perfecta; pues es asimismo un producto maravilloso de la cruz, pero importa no obstante hacer de él una buena elección. Basilio asegura que la medicina universal está oculta en el vitriolo de Hungría. La piedra de calamina, particularmente la de Leipzig, produce también uno muy valioso, que tiene el grano fijo solar. Marte y Venus, o mejor Marte por Venus hace de él también uno muy noble; y ambos hacen juntos la boda tan célebre a la que asisten los aficionados de la Sabiduría: durante su conjunción, se eleva un vapor muy espirituoso y necesario para una Gran Obra; hay que recoger este vapor con la ayuda de unas redes muy sutiles: en el resto se encuentra un vitriolo bastante bueno del que se saca, mediante unas operaciones muy sutiles y difíciles de descubrir, un azufre solar o un oro filosófico vivo.
jueves, 4 de junio de 2009
EL FUEGO

DIFERENCIA ENTRE EL FUEGO DE LOS FILÓSOFOS Y EL FUEGO VULGAR
según un Filósofo anónimo
Traducción: J. Mateu
Después de haberte demostrado que los Filósofos no se queman los dedos al preparar su piedra y que utilizan un fuego distinto al vulgar, te haré ver por comparación la diferencia que hay entre uno y otro:
1º) En primer lugar, el fuego de los químicos es vulgar y conocido por todos, mientras que el nuestro se hace siguiendo el arte y es difícil de encontrar.
2º) Su fuego es elemental, en cambio el nuestro es natural a la vez que vivificante y celeste.
3º) Su fuego es activo, caliente y seco, pues lo preparan con madera, aceite o carbón; por el contrario el nuestro es caliente, seco y húmedo, y más espiritual que material.
4º) Su fuego no hace nada sin ser alegrado por el aire, pero el nuestro no hace ninguna operación sin estar encerrado; incluso debe estar encerrado en un vaso tal que le impida sufrir ni la más mínima acción del aire.
5º) Al fuego de los químicos no se le puede gobernar adecuadamente, pues se apaga y desaparece cuando le falta materia combustible; mientras que el nuestro ejecuta perpetuamente su infinita operación, en efecto, se mantiene a sí mismo sin necesidad de nuestras manos, e irradia y circula nuestra materia por medio del vapor espiritual.
6º) El fuego de los químicos es activo, operativo, caliente y seco; su primera calidad es consumir y destruir todo aquello en lo que actúa. Esta verdad se demuestra claramente de la siguiente forma: el más suave de todos los fuegos, el baño-maría, en el que se pueden cocer huevos, destruye los gérmenes de todas las cosas, sus demás fuegos son mucho más fuertes y pueden hacerlo más rápido y con mayor seguridad. En cuanto a nuestro fuego calienta suave y lentamente nuestra preciosa materia, la cuece por medio de una irradiación continua, la conserva, la congela y la humecta, la nutre y aumenta su virtud. En suma, el fuego filosófico es absolutamente diferente al de los químicos.
7º) El fuego de los químicos es violento y corrosivo, más el nuestro es suave, benigno y natural, encerrado, dorado, vaporoso, circulante, envolviendo la materia, continuo, templado y tan nutritivo y vivificante como celeste. He aquí lo más admirable del fuego filosófico: Es del todo semejante a la materia de su piedra y extraído, por medio del arte de un escondido secreto, de la purísima sustancia de sus vísceras. Este fuego es el verdadero baño-maría de los Filósofos. El secreto de su preparación está tan escondido como la materia misma de la piedra filosófica, pues la ciencia de uno comprende el conocimiento de la otra.
viernes, 29 de mayo de 2009
La Palabra Viva

El Señor no reveló a muchos lo que no estaba al alcance de muchos, sino a unos pocos, a los que sabía que estaban preparados para ello, a los que sabía que podían recibir la palabra y configurarse con ella.
martes, 12 de mayo de 2009
LA AURORA

INICIO DEL TRATADO INTITULADO: LA AURORA EN SU DESPERTAR
Con ella, con la Sabiduría del Mediodía, todos los dones me fueron concedidos, con ella, que pregona por las calles, que sobre las plazas públicas alza su voz, que clama en medio del gentío y que así habla en el umbral de las puertas de la ciudad: Venid a mí, aceptad mi luz y nada turbará vuestras obras. Cuantos me deseéis seréis colmados con mis riquezas. Venid hijos míos, y escuchad, pues os voy a enseñar la ciencia de Dios.
¿Qué sabio comprenderá esta Sabiduría de la que Alphidius dijo que hombres y niños rozan por caminos y plazas, que asnos y rebaños pisotean en las inmundicias? Senior escribe: En apariencia no hay nada tan vil y, sin embargo, nada es tan estimable en cuanto a naturaleza. El mismo Dios no ha querido que se le ponga precio. A partir de ella Salomón edificó su luz situándola por encima de toda perfección y de toda salvación, pues ni siquiera las virtudes de las piedras preciosas se le pueden comparar: todo oro, en comparación, no es sino arena vulgar y la plata no es más que cieno. Y todo ello no sin razón: su adquisición es preferible al comercio de la plata y del oro más puros; su fruto es más precioso que todas las riquezas del mundo, y no puede ser comparada a nada de cuanto puedas desear.
Su mano derecha oculta longevidad y salud, su mano izquierda gloria y riquezas infinitas. Sus caminos están repletos de bellas y loables acciones, en nada despreciables ni torcidas. Su andar no es para nada apresurado: posee la lentitud y la asiduidad de la labor perseverante. Es árbol de vida, luz perpetua para cuantos la aprehenden. Los que la conserven alcanzarán la dicha, pues la ciencia de Dios jamás perecerá, como testifican las palabras de Alphidius: El que halle esta ciencia obtendrá sustento legítimo y sempiterno.
En cuanto a Hermes y los demás, ved lo que afirman: si un hombre detentara esta ciencia durante mil años jamás conocería la escasez, aunque cada día hubiera de alimentar a siete mil hombres. Senior lo confirma: Ser tan rico como el poseedor de aquella piedra de la que surge el fuego, de quien es propio dar ese fuego a quien lo desee, en la cantidad deseada y en el momento deseado, sin la menor privación. Idénticos anhelos expresa Aristóteles en su segundo libro sobre el alma: Todos los cuerpos constantes son limitados, por naturaleza, en su tamaño y en su crecimiento, sin embargo, el fuego, a poco que se le alimente, crece hasta el infinito. ¡Dichoso el descubridor de esta ciencia: sobre él fluirá la prudencia de Saturno!
lunes, 27 de abril de 2009
EL ESPEJO

EL ESPEJO DEL COFRE
miércoles, 22 de abril de 2009
jueves, 16 de abril de 2009
ITACA

Como ahora parece que se está poniendo de moda, debido a un anuncio televisivo, este hermoso poema (curiosa la etimología de Poesía para el que le apetezca investigar) lo incluyo aquí para deleíte de todos. Para complementarlo, incluyo una imagen de Atenea-Minerva, diosa de la Sabiduría, pero de la divina, la de arriba. Qué le vamos a hacer, es que me gusta mucho esta diosa y debe estar hartita ya de aguantar mis peticiones para que me conceda su don, pero como soy insistente, cosa que alguno puede asegurar indudablemente, seguiré insistiendo. Si lo consigo ya lo haré saber por aquí, o no.
Espero que tu camino sea largo. Que sean muchas las mañanas de verano y que el placer de ver los primeros puertos traiga una alegría nunca vista.
No pierdas a Itaca de vista, puesto que llegar allí es tu destino.
Pero no apresures tus pasos; es mejor que la jornada demore muchos años y tu barco solo ancle en la isla cuando tú ya estés enriquecido con lo que conociste en el camino.
Si, al final, tu crees que Itaca es pobre, no pienses que ella te engañó.
Porque tú te hiciste sabio y viviste una vida intensa, Y este es el significado de Itaca.
jueves, 2 de abril de 2009
La Plegaria

No quiero dejar pasara la oportunidad de poner aquí una plegaria auténtica. Y la califico así porque incorpora en el propio texto los dos requisitos básicos que, a mi humilde entender, debe poseer cualquier frase que prentedamos elevar a lo Alto: un texto adecuado y una intencion sana, honesta, sincera y veraz.
Etimológicamente hablando, plegaria se relaciona con súplica ya que ambas parecen derivar de término latino "plicare", es decir, plegar, doblar; en este caso concreto sería un plegarse sobre sí mismo, es decir, prosternarse. Ello me hacer acordarme de la etimología tan hermosa que San Isidoro de Sevilla, en sus precisamente así llamadas Eimologías, asigna a Genuflexión y a rodilla, relacionándola con las lágrimas y la peticion (quien quiera profundizar no deje de consultar los dos tomos de esta obra editada por la Blibioteca de Autores Cristianos).
Esta plegaria, en concreto, se atribuye a Nicolás Flamel, famoso alquimista y autor de el Libro de las Figuras Jeroglíficas y creo que merece la pena leerla, releerla y formularla, si es posible, con regocimiento y en un lugar adecuado.
jueves, 26 de marzo de 2009
La Misa Cibeliana

Le tengo un especial cariño a este curioso texto, sí señor, y en base a eso aquí lo pongo para deleite de curiosos y desocupados varios.
Nicolas Melchior Cibenensis
INTROITOIntroibo ad Altare Dei. Ad Deum qui leatificad juventutem meam. El fundamento del Arte es la disolución de los cuerpos, que deben disolverse, no en agua de lluvia, sino en agua mercurial, de la cual nace la Verdadera Piedra Filosofal.
VERSÍCULO
(Entrada del Vitriolo y de la Sal Vítrea, partes iguales, dando testimonio de la disolución) Gloria al Padre y al Hijo por el Espíritu Santo.
KYRIE
Fuente de Bondad, inspirador del Sagrado Arte del cual proceden todos los bienes de tus fieles: ¡Que descienda tu Luz sobre nosotros!
CRISTO
Santo, Piedra Bendita del Arte de la Ciencia que por salvación del mundo inspiraste la Luz de la Gnosis en nosotros para iluminar nuestra oscuridad.
KYRIE
Fuego Divino ven a nuestros Corazones para que podamos extender los secretos del Arte para tu alabanza.
GLORIA IN EXCELSIS:
(Cántese al Dios fuerte)
COLECTA
Dios dador de toda Iluminación por sólo tu bondad y sabiduría, que a tu siervo N.N. por tu infalible Piedad y Gracia, inspiraste la Luz del Sagrado Arte de la Alquimia, te rogamos concédenos que lo que recibió del don de tu Majestad le aproveche a la salud de su cuerpo, alma y espíritu, y con él mismo ilumine la oscuridad e infunda la gracia de la Virtud, para que emplee fielmente el Sagrado Arte sólo para la alabanza y gloria de tu Nombre y para la propagación de la Iglesia de la Verdad y la Luz.
EPÍSTOLA
¡Oh profundidad de la riqueza, de la Sabiduría y de la Ciencia de Dios!
GRADUAL
¡Levántame Águila y trae el Soplo: cuida de mi huerto y fluirán sus aromas!
VERSÍCULO
Desciende como la lluvia sobre las hojas de los árboles, como las gotas que destilan sobre la tierra. ¡Oh feliz Creador de la Tierra, más blanco que la nieve, más dulce que la suavidad, resplandeciente en el fondo de un vaso a modo de bálsamo! ¡Oh Medicina salvadora de los hombres, que curas en breve tiempo todos los padecimientos del cuerpo y das inicio a la Larga Vida, renuevas la naturaleza humana, pones fin a la pobreza, rechazas la tristeza y conservas la Vida! ¡Oh Fuente Divina de la cual surge la verdadera Agua de Vida para premio de tus servidores!
SECUENCIA DEL EVANGELIO. “ EL TESTAMENTO DEL ARTE “
¡Salve, oh Luz preciosa del Cielo, Luz Radiante del Mundo!
Aquí te unes con la Luna, se hace cópula marcial y en la conjunción de Mercurio. De estas tres cosas principalmente por el Lecho del Río nace aquel gigante fuerte, al que buscan millones mediante el Magisterio del Arte.
Disueltas las tres, uno en agua de nube (pues por ella nunca se transmuta nuestra esencia) sino convertida en Agua Mercurial, esta Sustancia nuestra bendita, disuelta por ella misma, tiene el nombre de Esperma de los Filósofos.
Ahora se dirige a la cópula, a desposarse con una esposa virgen, y a impregnarse en el baño mediante la templanza del fuego. Pero la Virgen no se impregna de repente sino con besos llenos de Amor.
Entonces es concebido en la Matriz el hijo, y esto en el Orden de la Naturaleza.
En el fondo del vaso aparece el Dragón Negro, fuerte, enteramente quemado, descolorido, calcinado y muerto...ya ruega ser enterrado para se regado con su humedad y calcinado suavemente, hasta que de la fortaleza del fuego aparezca blanquísimo. Pero antes toma la Bebida, cuando ya está lavada en sí misma por la perseverancia del Fuego.
Ahora por fin se hace agradable, renacido del propio sudor, y queda limpio del cuerpo antes tenebroso.
He aquí la admirable generación del Dragón Negro, o renovación, de aquí vindica para sí un hombre nuevo, por el Lavado de la Regeneración, que los Filósofos llaman Azufre de la Naturaleza, y al hijo de aquellos: La Piedra Filosofal.
Pero está la ceguera de los fatuos que han sido engañados por la ignorancia de la filosofía natural, por la repugnancia del Fuego.
¡La cosa es Una sola, la raíz Una, Una la esencia, a la que nada extraño se añade, sino que sólo se quita lo superfluo, mediante el Magisterio del Arte! Sólo sigue ser fortalecido, fermentar por su Naturaleza, ser regado con su Agua, ser destilado moderadamente después que ha bebido suficientemente.
Y entonces empieza a reinar, y a luchar con la fuerza del Fuego, queriendo ascender al Cielo para por fin ser coronado con diademas... después humilla a todos sus enemigos y los somete a su Imperio.
¡Este es el Tesoro de los tesoros, la Suma Medicina de los Filósofos, es el Celeste Secreto de los Antiguos...¡Bienaventurado quién lo encuentra...!
Quién vio tales cosas las dice abiertamente ya que es verdadero su testimonio. Sea Dios bendito por los siglos de los siglos.
Te alabo Señor, Padre del Cielo y de la Tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes de este mundo, y las rebelaste a los pequeños.
CREDO IN INUM....
OFERTORIO
La Piedra que rechazaron los constructores, se ha convertido en la Piedra Angular, esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos.
SECRETA
Omnipotente Dios, por la saludable víctima que ardientemente inmolamos a tu Majestad, rogamos tu clemencia, para que éste nuestro artificio en Honor del Bendito Arte de la Alquimia, se haga en tu Glorioso Nombre y consagrado por la Ecclesia Gnostica. Amén.
COMMUNE
¡A nuestro Rey que viene del Fuego Iluminado y está coronado con diademas, honrad perpetuamente!
COMPLENDA
Recibimos Señor, el auxilio a la debilidad, y dando gracias a tu Majestad te rogamos por la elevación del Alma, la salud del Cuerpo y la Iluminación del Espíritu. Que todo ello sirva para el fortalecimiento de la Verdad del Conocimiento.
ITE MISSA EST
ALLELUIA...
martes, 24 de marzo de 2009
La Refutación

Casi siempre hacemos interpretaciones sobre lo que leemos, filtrando por el tamiz de nuestras expectativas, ideas y experiencias (o no) todo aquello que llega a nuestros ojos y, después, a la mente. Ello es más palpable y evidente en cuanto se refiere a los tratados herméticos o directamente alquímicos.
Alguno podría disertar aquí largo y tendido al respecto pero tratándose la Alquimia de una Ciencia de la Naturaleza sería pretencioso osar tal cosa ya que, seguramente, erraría, por lo que cedamos mejor la palabra a la propia Naturaleza en el párrafo siguiente, extraído del tratado titulado LA REFUTACIÓN DE LA NATURALEZA, aconsejable, por supuesto, para una lectura completa y sosegada.
No obstante, antes de ello no sería baladí seguir el consejo que al Lector ofrece el anónimo autor (aunque algunos lo atribuyen a Douzetemps) de un hermosísimo tratado donde los haya, el así llamado HORTULUS SAUCER.
Si lees mis versos con el corazón frío, mis versos se mostrarán fríos a tu corazón. Pero si tu corazón se muestra amoroso, arderás con el mismo fuego que abrasa a mi musa y que me consume de Amor.
LA REFUTACIÓN DE LA NATURALEZA (Jean de Meung)
Habla la Naturaleza:
¡Santo Cielo! ¡Cómo me entristece ver a la raza humana, a la que Dios creó perfecta, en Su Propia Imagen y Semejanza, llamada a señorear la tierra, alejarse tanto de mí!
Me refiero especialmente a ti, oh filosofastro impasible, que presumes de químico práctico y de buen filósofo y que sin embargo, careces de todo conocimiento acerca de mí, de la verdadera Materia y el arte que prácticas. Rompes tu redoma y consumes carbones, sólo para reblandecer más tu cerebro con los vapores. También digieres alumbre, sal, oropimente y atramento. Fundes metales, construyes hornos grandes y pequeños y empleas muchos recipientes.
Me pone enferma tu locura y me sofocas con tus humos sulfurosos. Con el más intenso calor buscas fundir el mercurio, que es la substancia vulgar volátil y no la materia que empleo para crear metales. De esto resulta, que no haces ada. No sigues mis indicaciones o buscas imitar mis métodos, equivocándote en todo el proceso. Te valdría más ocuparte de tus asuntos y no disolver y destilar tantas substancias absurdas para luego pasarlas por alambiques, cocurbitas, marmitas y destiladores. Con este método nunca conseguirás detener el mercurio. Para la revivificación emplea un fuego reverberante, y caliéntalo todo hasta el punto de licurar todo.
Nunca descubrirás nada a menos que entres en mi taller en las mismas entrañas de la tierra, allí donde incesantemente forjo los metales. Allí encontrarás la substancia que empleo y descubrirás el método de mi trabajo. No te creas que te revelaré mi secreto a menos que primero encuentres la semilla creciente de todos los metales (que se parece al de los animales y plantas). Conservo en el seno de la tierra, tanto lo que los genera como aquello de lo que se nutren.
lunes, 26 de enero de 2009
La Burbuja

No recordaba dónde estaba, ni sabía cuanto tiempo llevaba así. Casi no sentía su cuerpo y una especie de adormecimiento le poseía hasta el punto de no saber si estaba dormido o despierto. La oscuridad le rodeaba por completo, pero no era normal, como la de esas noches sin luna en las que le gustaba pasear en soledad, no, se trataba más bien de una noche cerrada, densa, plena, casi palpable. Le costaba ver y, por más que se esforzaba por centrar su mirada en algún punto, lo único que percibía era eso, negrura absoluta.
Por un momento creyó que quizás había tenido un accidente y estaba anestesiado sobre una mesa de operaciones, pero rechazó la idea al instante, ya que podía pensar perfectamente, como siempre, como cuando había luz. ¿Luz? “espera, parece que logro ver algo”” se dijo a sí mismo; Parecía como si sus ojos hubiesen ido acostumbrándose poco a poco a esa oscuridad y comenzase a percibir algo del lugar donde se encontraba. Era pequeño, un habitáculo reducido, donde apenas podía extenderse sin que sus brazos tocasen lo que parecían ser las paredes del recinto. Al tacto, eran esponjosas, pero no exentas de cierta dureza amable que en cierto modo le hacía sentirse protegido, cuidado, seguro. Lo extraño era que al mover uno de sus brazos le pareció que lo hacía en cámara lenta, muy despacio, aunque hubiese jurado que sentía el movimiento como siempre. Decidió probar una vez más y desplazó una pierna fijándose muy bien en cómo lo hacía. Se sobresaltó al ver que, efectivamente, la pierna en su recorrido breve pero casi eterno, le recordaba a esos astronautas que daban un paseo espacial: “sí, era eso”, su cuerpo parecía encontrarse en un estado de ingravidez, como si bucease a gran profundidad. El caso es que no era una sensación molesta ni mucho menos agobiante, sino placentera, como jamás había experimentado antes, ni siquiera en sus incursiones bajo el mar buscando extasiarse con la belleza de ese mundo casi siempre oculto a los ojos de todos.
“¿Bucear?: ¿qué era eso?”. Tan rápidamente como vino, el pensamiento se fue. En realidad, no recordaba quién era, dónde vivía, si tenía familia, hijos. Nada, absolutamente nada. De hecho, cada vez que se esforzaba por traer algún tipo de recuerdo a su mente, ocurría justo lo contrario, perdía otro que hasta ese instante era claro y diáfano como la luz del día. Una sensación extraña, aprensiva, se instaló en la zona que correspondía a su estómago; creía recordar que era miedo “¿miedo? ¿qué significa esa palabra?”.
Poco a poco notó que sus ojos se iban acostumbrando a la oscuridad reinante y pudo recorrer con su mirada, pobre pero suficiente, el lugar. No sabía bien qué pero tenía la certeza de que faltaba algo, era una sensación muy poderosa hasta el punto de que repasó una y mil veces todo el contorno sin encontrar la respuesta; y, de repente, se dio cuenta. ¡No había puerta alguna¡ Era como si estuviese encerrado en una burbuja opaca, algo grande pero burbuja al fin y al cabo, sin rastro alguno de entrada o salida. Además le parecía como si esa burbuja empequeñeciese por momentos, dejándole cada vez menos espacio. De nuevo la sensación rara (“¿miedo era?”) le invadió. Instintivamente se acurrucó, sintiéndose inmediatamente más protegido, y pudo calmarse algo.
Y entonces lo oyó: como un eco lejano, retumbando, un sonido apagado, amortiguado por las paredes de la burbuja. Parecía como si algo o alguien golpease la superficie, llamando a una puerta inexistente. Era un golpeteo rítmico, pausado, como siguiendo una línea ya trazada de antemano, por lo que creyó que debía tratarse de una persona que desde el exterior intentaba comunicarse con él.
Un leve rayo de esperanza iluminó su existencia, “por fin podré salir y encontrar una explicación a ésto”. Pero tal y como vino, el rayo se fue y a continuación sintió algo de tristeza ante la posibilidad de abandonar la burbuja, su burbuja (así había decidido llamarla). Estaba tan a gusto, libre de presiones, miedos, peligros, influencias nocivas. De hecho, sentía una calma como jamás experimentó anteriormente (o al menos eso creía recordar).
Durante un tiempo quedó ensimismado con el sonido, que a veces parecía aumentar en intensidad y volumen de forma desproporcionada y otras se calmaba, como si el cansancio pudiese a quien fuera que llamaba, permitiéndole, así, recobrar las energías necesarias para seguir llamando o, incluso, como si quien llamaba no quisiera perturbar la paz que experimentaba. Un día (o una noche, o no sabría bien cuándo: “¿Qué era el tiempo?”) escuchó otro sonido similar al que se había convertido en su compañero inseparable desde hacía tiempo (desde siempre). Este nuevo “compañero” (como le bautizó al instante) sonaba mucho mas apagado que el grande, y en lugar de provenir del exterior, parecía surgir de sí mismo, como si algo en su interior estuviese pugnando por salir, inundando al mismo tiempo todo su ser y toda su burbuja. Era como si lo de fuera y lo de dentro fuese una sola cosa que, por circunstancias que desconocía, se separaron en un momento indeterminado y ahora que se habían escuchado no deseaban más que reunirse de nuevo.
El deseo, que sentía como suyo, era de tal magnitud que oleadas de amor le recorrían y bañaban una y otra vez con cada pulsación rítmica, como si de un corazón latiendo se tratara (“sí, creo que es el término más parecido que recuerdo...”), amenazando con ahogarle en un océano de amor que nadie podría soportar por mucho tiempo. ¡Y creía conocerlo todo¡ Qué grandeza, qué enormidad, qué universo encerrado en esa estancia tan mínima donde a veces casi resultaba imposible respirar¡. Casi deseaba sucumbir, dejarse arrastrar como una barca a la deriva...
De repente algo enturbió la maravilla. Delante suyo, le pareció ver un ligero brillo, una mínima luz que aparecía como por arte de magia a sus ojos cansados. Los frotó incrédulo, sopesando la posibilidad de que se tratase de un espejismo, pero el brillo aumentó, de hecho cada vez era mayor, más claro y luminoso. Sí, una puerta se abría en su burbuja y junto a la luz podía oír algo, unas voces que parecían llamarle, reclamarle.
“No por favor, dejadme aquí, no quiero salir, ahora no”, gritó todo lo que sus pulmones le permitieron; “He encontrado la paz, ¿no lo comprendéis?, ¡no quiero abandonarla¡”. Pero, conforme la luz aumentaba su tamaño mas y más, comenzó a notar un ligero movimiento en la hasta ahora tranquila y quieta burbuja. Era como si intentase empujarle, expulsarle, como si, tras haberle deleitado con un sentimiento más allá de toda comprensión posible, ahora quisiera privarle de ello, de golpe, sin explicación alguna. La fuerza que le impulsaba hacia la salida era cada vez mayor, y la distancia se iba reduciendo a pasos agigantados. Mientras su cuerpo traspasaba el umbral sólo pudo hacer una cosa: llorar.
María estaba feliz, radiante, a pesar de encontrarse en una fría sala de hospital. Todos los dolores y sufrimientos que había padecido desaparecieron de golpe ante la maravilla que había podido contemplar. Allí, encima suyo, tras un tiempo que pensó iba a ser eterno, su hijo vino a este mundo. Y entonces, en ese momento mágico, le abrazó y, acompañándole en un beso tierno y dulce como la miel, lloró.
martes, 13 de enero de 2009
La Arte

Hoy en día asistimos a una especie de acomodaciones modernas de lo tradicional de tal suerte que todo es entendible desde un punto de vista solamente dejando de lado la otra parte que, ineludiblemente, debe presidir todo lo aquí abajo existente.
Se produce una perversión donde hasta los términos se prostituyen de forma gratuita, tendiendo a denomina “espiritual” a lo que es un puro ejercicio mental y denominar material a lo que se desprecia y aparta a un lado como algo inservible.
De este modo, todo es interpretado a la luz de esa especie de nueva lucerna denominada New Age o modernismo sin darse cuenta que es imposible entender plena y fielmente bajo preceptos modernos aquello que se ha escrito bajo la égida tradicional, y que no ha sufrido cambio alguno en sus manifestaciones literarias, escultóricas o emblemáticas (tratados, obras arquitectónicas y libros de emblemas, por poner un ejemplo) desde su origen conocido.
Es cierto que ya Hermes en La Tabla Esmeralda dijo que “... de esto se harán admirables adaptaciones...”, pero no es menos cierto que no dijo que se harían también otras adaptaciones desprovistas de toda maravilla.
Lo anterior es patente en la Alquimia, a la que se ha proscrito a una especie de yoga espiritual, un método de desarrollo personal o también como algo esotérico destinado a controlar el pensamiento y la mente humanos (véase por ejemplo, ese invento moderno denominado Kybalión) o, finalmente pero no por último, a una psicología especial (Jung).
Se separa lo que está unido, el alma y el cuerpo, el espíritu y la materia y la inteligencia y la sabiduría (se podría consultar provechosamente lo que se entiende hoy en día por Intelectual y lo que el término significa tradicionalmente).
Hasta la propia Iglesia separa la carne del espíritu, olvidando que Nuestro Señor, el Cristo, resucitó en cuerpo y alma.
Sin embargo, cualquier que se tome la molestia de leer sin ideas ni juicios preconcebidos cualquier tratado de Alquimia verá que ésta es definida como una ciencia positiva, en el más puro sentido científico del término, que trata con sustancias palpables, tangibles y visibles, que habla de las minas, lugar donde hay que encontrar las materias y que su último objetivo es lograr la Piedra Filosofal, que no la piedra de los filósofos.
Así:
La Naturaleza y el orden que Dios ha establecido para el Mundo, la Experiencia, la Razón y los Libros de los Filósofos Herméticos, bien y sanamente comprendidos, no quieren y no pueden permitir que se hable de otro modo de la Teoría y Práctica de la Piedra de los Filósofos. En consecuencia debemos considerar poco sabios en la Naturaleza y aún menos versados en la Filosofía Hermética quienes traten de ella de otro modo, o quienes tomen otras materias o sigan otros procedimientos y piensen que por otro camino que el que yo he enseñado en este Resumen Cabalístico, se pueda llegar al final de esta tan noble Ciencia y a la composición de la preciosísima Piedra de los Filósofos. No obstante no debemos tener por ignorantes a los antiguos Filósofos que hayan escrito de otra manera, quiero decir oscuramente, bajo parábolas y enigmas; ni malvados por que hayan enseñado cantidad de Materias y Operaciones falsas, inútiles y desacertadas, ya que esto lo han hecho para impedir que los malvados e indignos pudiesen llegar al conocimiento; sabiendo perfectamente que esta ciencia, después de la de Dios, es la primera de todas las demás y el mayor bien que la divina Bondad ha comunicado a los hombres. Las personas de bien que la buscasen con buena intención, por la gracia de Dios, podrían comprenderla fácilmente, especialmente si siguiendo sus consejos, dirigieran siempre sus ojos hacia la Naturaleza para reconocer como se gobierna en sus Generaciones, de que materia se sirve y que orden y que procedimiento observa perpetuamente de la misma manera.
(Idea Perfecta de la Filosofía Hermética - Colleson)
Es decir, no hay que interpretar a la ligera ni bajo prismas particulares lo que se ha escrito (“y aún menos versados en la Filosofía Hermética quienes traten de ella de otro modo”) pero tampoco significa que esta ciencia sea una química pretérita ya que no debemos “tener por ignorantes a los antiguos Filósofos”, puesto que “esta ciencia, después de la de Dios, es la primera de todas las demás” y no hay más que dirigir los ojos hacia “La Naturaleza para reconocer como se gobierna en sus Generaciones”.
La Alquimia propone operaciones concretas y materiales, experimentales que en esencia permiten transformar o llevar hacia su perfección cualquier material o metal imperfecto pero al mismo tiempo, ya que la Naturaleza dice “Ayúdame y te ayudaré”, promete que nuestro beneficio será parejo al trabajo que realicemos en su ayuda.
Es así que reza un adagio: “Si buscas el oro jamás serás un Adepto y si llegas a convertirte en u adepto jamás te interesará el Oro”.
¿Debemos deducir de ello que la Arte trabaja con pensamientos, ideas mentales y objetos psicológicos?: Indudablemente la respuesta es NO. ¿Eso quiere decir que tan sólo (si fuese ese “tan sólo” poca cosa) sirve para transformar metales y mejorar los minerales?. Indudablemente la respuesta es NO.
La cantidad de genios despiertos en toda época y cultura que han dedicado su tiempo, cuando no toda su vida a leer, estudiar e investigar esta ciencia debería hacernos pensar, si tuviésemos la suficiente humildad, que no es una quimera espiritualista sino que nos ofrece una recompensa total y plena.
Un antiguo tratado insiste de la siguiente forma:
EUDOXIO
Es verdad que este Filósofo no pone límites al saber de aquel que pretenda el entendimiento de un arte tan maravilloso: pues el sabio debe conocer perfectamente la naturaleza en general, y las operaciones que ella ejerce, tanto en el centro de la tierra, en la generación de los minerales y de los metales, como sobre la tierra, en la producción de los vegetales y de los animales. Debe conocer también la materia universal y la materia particular e inmediata, sobre la cual opera la naturaleza para la generación de todos los seres; debe conocer, en fin, la relación y la simpatía, así como la antipatía y la aversión natural que se produce entre todas las cosas del mundo. Tal era la ciencia del Gran Hermes, y de los primeros Filósofos que, como él, llegaron al conocimiento de esta sublime Filosofía por la penetración de su espíritu y por la fuerza de sus razonamientos: pero después de ser escrita esta ciencia y de que el conocimiento general, del que acabo de darte una buena idea, se encuentre en los buenos libros; la lectura y la meditación, el buen sentido y una práctica suficiente de la Química, pueden dar casi todas las luces necesarias para adquirir el conocimiento de esta suprema Filosofía; si añadís a ello la rectitud de corazón y de intención que atraen la bendición del Cielo sobre las operaciones del sabio, sin lo cual es imposible triunfar.
Plática de Eudoxio y Pirófilo acerca de La Antigua Guerra de los Caballeros
Son necesarios la rectitud de corazón y de intención para poder atraer, cual potente imán, “la bendición del Cielo”. Es decir, no bastará con saber o conocer las operaciones que hay que realizar y que ejecuta la Naturaleza “en el centro de la tierra, en la generación de los minerales y de los metales” sino que para que la empresa culmine con éxito es necesario algo más. Podemos decir, que la materia sin el espíritu no sería nada pero el espíritu sin la materia también estaría huérfano.
Un conocedor moderno que lo expresa mejor que nosotros:
Los Filósofos dicen que todo aquí abajo no es más que polvo y cenizas. Es el mundo de la generación y de la corrupción. Entre todas las sustancias sublunares, sólo este hermoso metal es inalterable. La hipótesis de los alquimistas es la siguiente: Si el oro, sol terrestre, es indestructible, es porque posee en sí un principio físico de inmortalidad. Si los hombres conociesen el poder y la medicina que contiene, abandonarían todas sus ocupaciones para emprender la búsqueda del secreto que el Soberano Creador ha depositado en las minas, con el fin de encontrar esta cura y regeneración a la que aspira el género humano.
(Reflexiones sobre el Oro de los Alquimistas EH)
Es cierto que se habla de “muerte iniciática” (el lector interesado consultará con gran provecho el Monográfico nº 8 sobre Simbolismo de esta misma Revista) y no es menos cierto que se establece una comparación con la “muerte” del metal que ocurre en una de las operaciones de la Obra, en concreto durante la putrefacción. Ahora bien, una cosa es hablar sobre esta analogía o relación semántica si se quiere, y otra muy distinta interpretar esa operación con esa materia como una especie de yoga ascético individual y personal. Ya Buda tras su etapa con los renunciantes que mortificaban su cuerpo aprendió que ese no era el camino ya que, siguiéndolo tal y como se propone hoy en día bajo un aspecto “intelectual” y “erudito” en el discurso puede interpretarse de forma bastarda y altamente peligrosa; pro ejemplo: si consideramos que sólo lo que muere o se pudre puede fructificar, al interpretar todo bajo el prisma mental o “espiritual”, podemos llegar a pensar que debemos optar por corrompernos a nosotros mismos realizando y haciendo actos y pensamientos vulgares hasta el máximo para que luego de ello salga la verdadera semilla que ilumine nuestro devenir. Esto, que puede resultar exagerado, es una realidad a veces demasiado patente.
No somos capaces de controlar ni manejar nuestros pensamientos a diario y mucho menos nuestras conductas y ¿pretendemos, pues, controlar, manipular y orientar el Espíritu de forma voluntaria?. Cuando plantamos una humilde semilla en una tierra fértil, ésta se pudre pro sí sola y crece hacia lo alto sin saber cómo ni preguntarse qué medios o cuáles técnicas se han necesitado para que se produzca el milagro. Nos limitamos a preparar la tierra, limpiarla, enterrar la semilla afín a lo que pretendemos obtener, tapamos y regamos. Solamente se puede obtener de la semilla de cada reino aquello que pertenece a su mismo género.
Se habla también del fuego secreto y se compara con multitud de cosas, pero no se detiene la mirada en los textos donde se nos dice que la materia tiene su propio fuego y sabe en qué momento hacerlo actuar y operar. (Puede consultarse nuestro artículo sobre el Fuego en el número de esta Revista).
En nuestra Obra, una vez preparadas las materias necesarias, se cierran herméticamente y se deja que se desarrollen por sí solas las operaciones propias que solamente el Espíritu sabe realizar.
El resto ya no es cosa nuestra. Si se mantiene el secreto es por pura compasión y protección no por orgullo en el ocultamiento de una técnica. El cerebro sólo entiende de una parte y el corazón de otra y los textos alquímicos se dirigen a esa parte que traspasa el filtro individual y que “lee” sin leer y “escucha” sin oír.
Schwaller de Lubicz en su obra “Esoterismo y Simbolismo” ya avisa de lo siguiente:
“Son charlatanes los que creen poder revelar el esoterismo de tal enseñanza. Pueden tratar de explicar el sentido subyacente de una palabra o fórmula, o sea, un secreto convencional, pero, en la Ciencia Sagrada, lo único que podrán hacer será sustituir las palabras y de ello resultará, como máximo, mala literatura en lugar de una idea simple”
¿Somos más inteligentes que los que nos precedieron simplemente porque somos más modernos? ¿Todo es reducible a lo mental, a una interpretación espiritualista y estéril de la realidad que propone?
Que cada cual sea libre de interpretar, pensar o deducir “adaptaciones” de los textos Alquímicos pero que el fiel y humilde seguidor de su secreto, ore en silencio y trabaje manchándose las manos con el único de fin de contribuir en la medida que tiene asignada a enaltecer y aumentar, si ello es posible, Su mayor Gloria.